Global Perspectives Column

¿Una Nueva Izquierda en Bolivia?

por Kory Barras

Publicado en ingles, en 17 de noviembre de 2020.

En los años 2000 una ola política de izquierda dominaba América Latina. Hugo Chávez estaba en Venezuela, Lula Da Silva en Brasil, Michelle Bachelet en Chile, Rafael Correa en Ecuador, Néstor Kirchner en Argentina y Evo Morales en Bolivia. Después de un pasado violento de dictaduras militares de derecha, el sur del continente americano parecía haber encontrado un camino democrático próspero, con tantos grandes líderes jugando en el mismo equipo. 

Cuando Evo Morales, con el partido MAS (Movimiento al Socialismo), asumió la presidencia de Bolivia, representaba los ideales de un cambio fundamental en la política boliviana. Por la primera vez, un hombre de orígenes indígenas y cocalero lograba llegar al más alto cargo de representatividad política del país. Históricamente, Bolivia Bolivia ha sufrido mucho con líderes políticos que no simbolizaban la identidad de su pueblo, y la elección de Evo en 2006 significaba un nuevo comienzo, una nueva tendencia política, y un nuevo futuro. Pero todo es nuevo hasta quedarse viejo.

El gobierno del MAS, liderado por Evo Morales, realizó  muchos cambios positivos en Bolivia, sobretodo en lo que se refiere a los derechos indígenas y la lucha anti-imperialista. Sin embargo, tras dos mandatos victoriosos y un tercero lleno de controversias, Evo lanzó  un referéndum nacional en 2016 para cambiar la constitución y así permitir  su reelección por cuarta vez. El pueblo votó  que NO. Pero ignorando el deseo popular y los resultados efectivos, Evo volvió  a postularse y ganó en medio de diversas denuncias de fraude electoral. Una ola de movilizaciones civiles tomó las calles de Bolivia en protesta; hubo  enfrentamientos extremistas, caos generalizado, muertes de manifestantes y mucha inseguridad política. El país se vio  dividido entre aquellos que apoyaban el MAS y la oposición. Evo Morales huyó  refugiado a México y luego a Argentina. Hoy responde a acusaciones por estupro, fraude y corrupción. 

Después de un año de un gobierno transitorio, al fin, las nuevas elecciones presidenciales se  llevaron a cabo. Una oposición fragmentada se enfrentó  al MAS; esta vez, sin Evo Morales. El Movimiento al Socialismo lanzó  la candidatura de Luis Arce (ex-Ministro de Economía y Finanzas) para presidente y David Choquehuanca (ex-Ministro de Relaciones Exteriores) como vice presidente . El principal nombre en la oposición era Carlos Mesa, ex-vicepresidente de Bolivia en la gestión de Gonzalo Sánchez de Lozada, y figura importante en la política boliviana. Según las encuestas  hechas antes de las votaciones, había gran probabilidad de que Mesa se enfrentaría en la segunda vuelta con el MAS. Pero el 18 de octubre del 2020 el pueblo votó y eligió, democráticamente y pacíficamente, a Luis Arce con 55,1% de los votos. Bolivia tiene nuevamente un gobierno liderado por el MAS.

La victoria del Movimiento al Socialismo fue ampliamente discutida en los medios y muy criticada por sus opositores. La noticia ha tenido gran repercusión en el exterior y ha sido recibida con sorpresa en  diversos países. Después de los tres gobiernos consecutivos de Morales y todos los acontecimientos tras su intento de asumir un cuarto mandato inconstitucional, parecía controversial que el pueblo boliviano eligiera en las urnas otra vez una gestión MASista. La política tiene siempre sus controversias, y nunca le faltan contradicciones. 

El gobierno transitorio de Jeanine Añez duró 10 meses, durante  los cuales se han denunciado varios casos de corrupción y nepotismo. Mientras tanto, la economía boliviana enfrentaba un enorme desafío con el confinamiento causado por la pandemia del coronavirus, ya que la mayor parte del mercado de trabajo en el país es informal. Además,  el Ecocidio del 2019 se repitió en el 2020 con la quema de millones de hectáreas de bosques. Tanto el gobierno de Añez como el de Morales han favorecido a los intereses del agronegocio. La protección del medio ambiente fue una de las mayores decepciones de los mandatos de Evo Morales y han sido denunciados varios  escándalos como el caso del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), además de la abertura del país a los transgénicos, la política extractivista, etc. Estos han sido fracasos  políticos que han perjudicado enormemente la imagen de Evo Morales, que delante la comunidad indígena ha desconsiderado los valores de la Pachamama que siempre prometió defender. 

La gran verdad que nos deja  las elecciones del 2020 es que el MAS no ganó por Evo, sino por su ausencia. No hay espacio para viejas ideas en el poder; fue la esperanza de algo nuevo que dio otra vez al MAS un voto de confianza. Luis Arce y David Choquehuanca cumplieron sus actividades de campaña de forma independiente, asumiendo ellos mismos la identidad y la cara del MAS; y por supuesto las responsabilidades que vendrían con ello. Ahora, los dos victoriosos, abrazan el desafío de llevar adelante una gestión del Movimiento al Socialismo que se construye  lejos de la sombra de Morales.

Lo que podemos esperar desde ahora, es que el nuevo gobierno no será como los anteriores. El escenario es distinto y las relaciones de fuerza en el interior del partido han cambiado. El pueblo boliviano espera algo diferente y esta es la nueva responsabilidad del MAS: renovarse. Hay muchos desafíos que asumir todavía, como la crisis económica y medioambiental, que tendrán que ser tratados con mucha seriedad y competencia. Una Bolivia sin Evo parece estarse creando, y aunque es muy temprano para confirmarlo, un nuevo Movimiento Al Socialismo va tomando las riendas del país.

El 8 de noviembre los nuevos dirigentes del gobierno asumieron sus funciones y el discurso de David Choquehuanca ha llenado de tranquilidad a los corazones de los bolivianos. Sostuvo en su discurso la necesidad de construir un proceso de reconciliación. Entre alusiones a principios y creencias bolivianas, propuso el fin de la separación del país: “Hemos heredado una cultura milenaria que comprende que todo está interrelacionado, que nada está dividido, que nada está afuera. Por eso nos dice que todos vayamos juntos, que nadie se quede atrás, que todos tengan todo y a nadie le falte nada”. Con palabras de unidad siguió Choquehuanca: “El nuevo tiempo significa sanar heridas. El nuevo tiempo significa escuchar el mensaje de nuestros pueblos que vienen del fondo de sus corazones. Significa sanar heridas, mirarnos con respeto, recuperar la patria, soñar juntos, construir hermandad, armonía, integración, esperanza para garantizar la paz y felicidad de las nuevas generaciones. Sólo así podremos avanzar con el vivir bien y gobernarnos a nosotros mismos. Jallalla Bolivia”.
El resultado de las elecciones del 2020 en Bolivia deja, más que todo, un mensaje fundamental. El pueblo boliviano necesita sentirse identificado con ideales que los representen en lo que realmente son: un pueblo diverso, humilde, con raíces indígenas, campesinas, y muy orgulloso de su cultura y sus riquezas. El MAS ganó por sus valores, su identidad popular y su histórico de lucha, no por el espectro pasado de Evo Morales. Un voto de confianza ha sido dado hacia el futuro. Esperemos que  el nuevo equipo de gobierno reciba con honor este gesto y traiga al pueblo boliviano lo que necesita: nuevos aires de progreso y unión nacional.


Kory Barras es una estudiante de segundo año de Maestría en Estudios del Desarrollo. Ella es suiza-boliviana y activista del medio ambiente y de las causas justas en el mundo.

Foto principal de Satori Gigie.

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